12 de octubre de 2007

Psicología de la comunicación, los sistemas de escritura y las TIC: somos cyborgs

El subcomandante Marcos usa la ironía ampliamente en sus comunicados y Donna Haraway, en su "Manifiesto para Cyborgs", dice lo siguiente:

"La ironía se ocupa de las contradicciones que, incluso dialécticamente, no dan lugar a totalidades mayores, se ocupa de la tensión inherente a mantener juntas cosas incompatibles, consideradas necesarias y verdaderas. La ironía trata del humor y de la seriedad. Es también una estrategia retórica y un método político [...]"

D. Haraway (1991). Ciencia, cyborgs y mujeres (pág. 253). Madrid: Cátedra, 1995.

En este contexto comunicativo que remarca el papel de la contradicción irónica como herramienta política, es decir, como herramienta de transformación social (por lo tanto, individual), hay que entender el surgimiento de la figura del cyborg como metáfora para comprender las relaciones sociales. El cyborg, como ser simultáneamente cibernético y orgánico, representa la disolución de algunas dicotomías que parecían esenciales: la diferencia entre humanos y animales, entre animales/humanos y máquinas y entre lo que es físico y lo que no lo es (o lo virtual). En nuestro mundo, la tecnología y la persona se fusionan constantemente y cada vez es más difícil distinguir dónde acaba una y empieza otra, porque una asume funciones de la otra, se incorpora en su definición. ¿Cuál es la distancia entre un marcapasos y el corazón? ¿Entre unas gafas y la vista? ¿Entre un teléfono y el habla? Pero nada de esto es del todo nuevo...

"Un cyborg es una criatura híbrida compuesta de organismo y máquina. Pero se trata de máquinas y organismos especiales, apropiados para este final de milenio. Los cyborgs son entes híbridos posteriores a la segunda guerra mundial compuestos, en primer término, de humanos o de otras criaturas orgánicas tras el disfraz –no escogido– de la 'alta tecnología', en tanto que sistemas de información controlados ergonómicamente y capaces de trabajar, desear y reproducirse. El segundo ingrediente esencial en los cyborgs son las máquinas, asimismo aparatos diseñados ergonómicamente como textos y como sistemas autónomos de comunicación."

D. Haraway (1991). Ciencia, cyborgs y mujeres (pág. 62). Madrid: Cátedra, 1995.

La escritura, sobre todo gracias a la imprenta en su momento, o bien el ciberespacio ahora, nos hacen diferentes, cambian nuestra forma de ser, de modo que perdemos irremediablemente la imagen de nosotros mismos que teníamos hasta entonces y las formas de relacionarnos. Tener que ver a alguien para decirle algo es sustancialmente distinto que enviarle una nota, telefonearlo o comunicarse con él mediante un chat.

"Muchas de las características que hemos dado por sentadas en el pensamiento y la expresión dentro de la literatura, la filosofía y la ciencia, y aun en el discurso oral entre personas que saben leer, no son estrictamente inherentes a la existencia humana como tal, sino que se originaron debido a los recursos que la tecnología de la escritura pone a disposición de la conciencia humana. Hemos tenido que corregir nuestra comprensión de la identidad humana [...]"

W.J. Ong (1982). Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra (pág. 11). México: Fondo de Cultura Económica, 1987.

Por ejemplo, la memoria, tan estudiada por los psicólogos, es una herramienta esencial para la comunicación, pero también depende de ella. No es independiente del sistema que utilizamos para registrar la información, o bien oral (palabras encadenadas mediante reglas particulares, como en el caso de las narraciones), inmediato o diferido, o bien escrito, manuscrito, impreso o electrónico.

"[...] en el fondo tengo la sospecha de que en aquellos tiempos la gente adiestraba mejor la memoria que nosotros y que la confianza en la palabra impresa ha mermado nuestra facultad de memorizar Si se han leído muchas menos palabras en la vida y quizás se han leído esas pocas palabras una y otra vez, seguramente es más fácil recordar muchas de ellas."

J. O'Donnell (1998). Avatares de la palabra (pág. 18). Barcelona: Paidós, 2000.

Como podéis ver, la metáfora de ciencia ficción del cyborg no es un disparate tan grande ni tan utópico. La palabra y la escritura son tecnologías de la comunicación cotidianas que nos han transformado sustancialmente. Ahora tenemos que saber cómo lo harán las nuevas tecnologías.

Un ejemplo de las transformaciones personales que están relacionadas con la tecnología es el caso de la difusión masiva del teléfono móvil. El móvil es un elemento más de nuestra condición cyborg. Da valor al individuo que lo tiene y es un símbolo de estatus. En este sentido, constituye un elemento de exhibición por parte del individuo, que le ayuda a mostrarse como miembro de un grupo y no como solitario. De hecho, no tener móvil empieza a ser problemático y dice mucho de alguien, más que tenerlo. El móvil nos permite mostrarnos como un yuppie de las relaciones, que se gestionan de la misma manera que otros aspectos de la vida: mientras esperamos a alguien, hablamos con otra persona por el móvil. Ahora quedan lejos los tiempos del teléfono único para todo un barrio, cuando todo el mundo sabía quién nos llamaba, y pronto quedará lejos el teléfono de casa, que hace participar a todos los miembros de la familia de cada una de las llamadas. El móvil nos hace más individuos que nunca. El móvil también representa la disponibilidad permanente: mediante el móvil siempre estamos accesibles. Ahora la comunicación interpersonal no es una situación de un momento, sino un estado virtual permanente. Representa la inmediatez por encima del aplazamiento, todo es comunicable en el momento en que sucede. Se pueden improvisar las relaciones sociales sobre la marcha; la planificación, de hecho, sobra. Las situaciones se hacen tomando los elementos que estén disponibles en aquel momento, y esto se sabe utilizando el móvil. En cualquier momento alguien nos puede llamar. En este sentido, se trata de una nueva forma de autocontrol. Siempre estamos visibles. Es el nuevo panóptico, ya que cuando nos llaman tenemos que rendir cuentas de dónde estamos y qué hacemos. Si no hemos estado localizables o hemos desconectado el teléfono, a la primera llamada tendremos que justificar por qué no nos podíamos poner. El móvil también es una exigencia de controlar a los demás. También les exigimos que estén permanentemente accesibles. Si no localizamos a alguien, cuando le hablemos le pediremos una explicación sobre las razones de esto. Se establece un nuevo sistema de justificaciones legítimas: estar en un lugar público (reunión, teatro, etc.) es una justificación razonable, mientras que desconectar el móvil para estar solo evidencia un problema que hay que tratar. Sin embargo, también es un espacio de libertad para las minorías estigmatizadas y amenazadas: jóvenes, mujeres y personas mayores pueden tener más libertad de movimientos, y pueden salir de manera que los padres, maridos e hijos estén más tranquilos. También diluye algunas oposiciones tradicionales, como la de trabajo-ocio. El futuro, desgraciadamente, ya no será el aumento del tiempo de ocio y la disminución del de trabajo, ya que ambos conceptos se transforman miméticamente. Ahora, el tiempo libre se gestiona mediante el móvil y el trabajo surge en cualquier momento del día (el valor es trabajar en lo que nos gusta y, por lo tanto, en el fondo, trabajar más horas: el jefe puede encargarnos un trabajo inmediatamente, convocarnos a una reunión, podemos comunicar resultados, trabajar en casa, etc.).

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