28 de septiembre de 2013

Paradojas de nuestro sistema educativo


España produce buenos titulados con conocimientos demasiado teóricos y dificulta la integración de los que carecen de competencias básicas

Nuestro sistema educativo es muy malo como lo prueba el bajo nivel de nuestros escolares. Por eso es urgente y necesario cambiarlo. Es lo que se oye continuamente en los medios –noticiarios, tertulias, debates- y lo que ha llevado al gobierno a una nueva reforma legal. Sobre todo se incide en dos hechos, el temprano abandono escolar de un porcentaje elevado de alumnos antes de acabar la enseñanza obligatoria y los bajos resultados en los informes PISA que se proponen evaluar las competencias de comprensión e interpretación de textos y la competencia matemática.

De vez en cuando aparecen noticias referidas a la valoración positiva que recibe la preparación de los profesionales y científicos españoles fuera de nuestras fronteras. Últimamente este hecho ha adquirido un relieve especial ante la crisis económica que empuja a tantos de nuestros graduados a buscarse el trabajo y el pan fuera de España. Pero raramente, o nunca, se confrontan unos datos tan aparentemente contradictorios.

Nuestro sistema educativo, secundario y superior, produce buenos titulados, con amplios conocimientos, a veces demasiado “teóricos”. Pero, al mismo tiempo, dificulta la integración de aquellos que carecen de unas competencias básicas, de comprensión y expresión, y por eso acaba expulsándolos antes de tiempo. Y, para evitar la salida temprana del sistema de muchos alumnos, de nada van a servir las pruebas externas y reválidas que se propone implantar la futura LOMCE. Más bien al contrario, reforzarán el fenómeno.

Libreros denuncian a más de 20 colegios religiosos por intrusismo


Les acusan de comercializar ellos mismos los manuales que deben usar sus escolares

El Tribunal Supremo condenó en 2007 a los Maristas de Ourense por vender libros de texto en su colegio. Aquella resolución judicial puso coto a una práctica común durante muchos años en los centros concertados que, según la Federación de Libreiros de Galicia, vuelve ahora con fuerza. La entidad que agrupa a estos profesionales ha denunciado ante la Dirección Xeral de Comercio de la Xunta a una veintena de colegios gestionados por congregaciones religiosas por “intrusismo” porque, sostienen, comercializan ellos mismos y “sin pudor” los manuales que deben usar sus escolares en las aulas. “Es un escándalo que una congregación religiosa haga competencia desleal y manipule a los padres dándoles un papelito con las notas para que vayan a comprar los libros al centro escolar”, protesta la presidenta de la federación gallega de libreros, Pilar Rodríguez, que acusa al Gobierno autónomo de “mirar para otro lado”.

¿Y en Aragón? Marianistas, maristas, franciscanas, teresianas...

Nuevos tiempos, nuevo profe


Reportaje que trata de poner cara a los docentes que ejercen su labor de otra manera, a veces a contracorriente. Podrían calificarse de creativos, o innovadores, aunque sean etiquetas que despierten recelos. “Creo que hay muchas novedades que son banalidades y errores, y muchas mejoras que no son innovaciones, sino incluso recuperaciones”, puntualiza el catedrático de Sociología Mariano Fernández Enguita, creador de la red educativa Innova. En su opinión, “lo que se necesita son profesionales responsables de su trabajo, que tomen decisiones para hacerlo mejor en su aula, su centro, su comunidad… Sean las que sean”. 

3 de septiembre de 2013

Conmigo, o contra mí


"Me pregunto muchas veces de dónde viene esa vileza, esa ansia de ver al adversario no vencido o convencido, sino exterminado. La falta de cultura no basta para explicarlo, pues otros pueblos tan incultos y maleducados como nosotros se respetan a sí mismos. Quizá esa Historia que casi nadie enseña en los colegios pueda explicarlo: ocho siglos de moros y cristianos, el peso de la Inquisición con sus delaciones y envidias, la infame calidad moral de reyes y gobernantes. Pero no estoy seguro. Esa saña que lo mismo se manifiesta en una discusión política que entre cuñados y hermanos en una cena de Navidad es tan española, tan nuestra, que me pregunto quién nos metió en la sangre su cochina simiente. Desde ese punto de vista, el español es por naturaleza un perfecto hijo de puta. Por eso necesitamos tanto lo que no tenemos: gobernantes lúcidos, sabios sin complejos que hablen a los españoles mirándonos a los ojos, sin mentir sobre nuestra naturaleza y asumiendo el coste político que eso significa. Dispuestos a decir: «Preparemos al niño español para que se defienda de sí mismo. Eduquémoslo para que conviva con el hijo de puta que siglos de reyes, obispos, mediocridad, envidia, corrupción, violencia, injusticia, le metieron dentro»."