España produce buenos titulados con conocimientos demasiado teóricos y dificulta la integración de los que carecen de competencias básicas
Nuestro sistema educativo es muy malo como lo prueba el bajo nivel de nuestros escolares. Por eso es urgente y necesario cambiarlo. Es lo que se oye continuamente en los medios –noticiarios, tertulias, debates- y lo que ha llevado al gobierno a una nueva reforma legal. Sobre todo se incide en dos hechos, el temprano abandono escolar de un porcentaje elevado de alumnos antes de acabar la enseñanza obligatoria y los bajos resultados en los informes PISA que se proponen evaluar las competencias de comprensión e interpretación de textos y la competencia matemática.
De vez en cuando aparecen noticias referidas a la valoración positiva que recibe la preparación de los profesionales y científicos españoles fuera de nuestras fronteras. Últimamente este hecho ha adquirido un relieve especial ante la crisis económica que empuja a tantos de nuestros graduados a buscarse el trabajo y el pan fuera de España. Pero raramente, o nunca, se confrontan unos datos tan aparentemente contradictorios.
Nuestro sistema educativo, secundario y superior, produce buenos titulados, con amplios conocimientos, a veces demasiado “teóricos”. Pero, al mismo tiempo, dificulta la integración de aquellos que carecen de unas competencias básicas, de comprensión y expresión, y por eso acaba expulsándolos antes de tiempo. Y, para evitar la salida temprana del sistema de muchos alumnos, de nada van a servir las pruebas externas y reválidas que se propone implantar la futura LOMCE. Más bien al contrario, reforzarán el fenómeno.