Lexmark ha realizado un estudio on-line entre más de 4.600 empleados sobre cómo serán los hábitos de trabajo dentro de una década en Europa. Una de las grandes novedades será la movilidad de los trabajadores, repartiéndose su carga laboral entre la oficina y su casa.
No se puede orientar a alguien sin saber dónde está el norte, por lo que creo que es uno de los retos que debemos afrontar para preparar a nuestro alumnado: identificar y analizar las variables que configuran las profesiones actuales y futuras. Este tipo de estudios, por ejemplo, ya apuntan algunas realidades, como el declive de determinadas actividades laborales y el auge de nuevas profesiones.
De momento, las grandes transformaciones tecnológicas, económicas y sociales de nuestro siglo están alterando de forma radical la organización de la actividad laboral, por lo que debemos de tenerlas en cuenta para integrarlas en nuestra actividad docente.
"La capacidad de un individuo para adquirir conocimientos, técnicas y actitudes en un proceso formativo está relacionada de un modo directo o indirecto con la experiencia educativa previa. Del mismo modo, las técnicas que un individuo adquiere en el proceso educativo influyen en su educación y pueden servir de gran ayuda en posteriores situaciones de aprendizaje."
R. Buckley; L. Caple (1991). La formación. Teoría y práctica (pág. 4). Madrid: Díaz de Santos, S.A.
Por este motivo nuestra acción docente se configura como una de las principales inversiones inmateriales del futuro sobre las que se asientan todas las demás.
En pleno siglo XXI la educación inicial debe responder a la vieja demanda de Montaigne: "Prefiero una cabeza bien hecha antes que tener una cabeza bien llena". Debemos transmitir valores y dotar a nuestros alumnos de un patrimonio intelectual de base que no sólo les permita aprender a aprender, sino tambiñen a descubrir el gusto y el placer de hacerlo.
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