10 de diciembre de 2013

Afrontar el bajo rendimiento educativo


La OCDE aconseja elevar la excelencia sin abandonar la equidad del sistema

En los sistemas educativos más burocráticos, se abandona a los docentes a su suerte y se les sobrecarga de normas y reglamentos sobre cómo enseñar. Los sistemas educativos de alto rendimiento establecen objetivos ambiciosos, tienen claro lo que los estudiantes son capaces de realizar y permiten a los centros y a los docentes hacerse una idea de lo que necesitan enseñar. El pasado se basaba en la sabiduría trasladada de profesor a estudiante, pero el éxito hoy en día se basa en la sabiduría generada por el propio usuario y en una mayor autonomía profesional dentro de una cultura colaborativa. Los centros de alto rendimiento han evolucionado desde el control administrativo y financiero hacia formas más profesionalizadas de organización de la gestión. Apoyan al profesorado para que desarrolle la innovación pedagógica, de cara a mejorar su competencia profesional y la de sus colegas, y a conseguir el desarrollo profesional que conduzca a prácticas educativas más fortalecidas.

El objetivo del pasado era la estandarización y la conformidad con la norma; en cambio, en el presente, los estudiantes brillantes permiten que los docentes sean imaginativos. En el pasado, el foco de las políticas educativas estaba centrado en proveer la educación necesaria. En cambio, en la actualidad, los mejores sistemas escolares se centran en resultados, pasando de una educación centrada en la burocracia a una que mira al profesor, a la escuela, creando redes para la innovación. Y por último, pero no por ello menos importante, los sistemas tienden a alinear la política y la práctica en todos los ámbitos, lo transforman en algo coherente en periodos de tiempo prolongados, hasta que constatan que se ha implementado de manera consistente.

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